Concierto homenage a Ramon Llull

por Jaume Sampol

El sábado 17 de Junio ​​de 2017, vieron la luz Cant de Ramon y Espurnes d’un somni d’amor, composiciones que me había encargado Llorenç Gelabert para rendir homenaje a Ramon Llull en el 700 aniversario de su muerte. Desde el primer momento me ilusionó el proyecto. Era un reto ambicioso, cincuenta minutos de música para coro, solistas y conjunto de cámara. Empecé a recoger libros de la obra del filósofo y algún estudio sobre él. Paseando una mañana por el jardín de la Misericordia, en Palma, donde había una feria de libros de segunda mano, me topé con la novela Raimundo o el seny fantàstic de Lluís Racionero i Grau. Me adentré con excitación en aquella lectura al tiempo que conocía la obra original de Ramon Llull. Aún no sabía cómo plantearía la primera composición, qué estructura tendría, qué textos formarían parte de ella … pero las músicas ya habían iniciado su proceso: melodías, acordes, conjunciones sonoras venían en mi pensamiento. No las podía rechazar, iba anotando todas las ideas en un cuaderno, hasta que éste no me bastó y ya fueron dos. Pero necesitaba los textos, las palabras que serían cantadas. La música tenía que surgir de ellas y con ellas para ser fiel al sentido íntimo de la obra luliana. Evidentemente, muchas de las anotaciones serían aprovechadas para las partes instrumentales.

La novela de Lluís Racionero me iba acercando cada vez más al ambiente de la Mallorca de aquellos años posteriores a la conquista del rey Jaume I, el cruce de pensamientos y de religiones que era éste enclave mediterráneo. Al mismo tiempo, distintos números de Amic i Amat se abrían paso de entre toda la literatura luliana para formar parte de mi composición. Fue entonces cuando descubrí en el número 94 la explicación del primer verso del número 17: «Entre temor y esperanza ha hecho hostal amor» / «Dice el amigo que en su amado era misercòrdia y justicia y por eso estaba su hostal entre temor y esperanza». Empecé a conformar el guión de mi obra; el coro, poniendo voz al pensamiento íntimo y místico de Llull, cantaría en el primer movimiento estos dos versículos, dándoles continuidad. En cualquier caso, la orquesta de este primer movimiento ya sugiere los temas más terrenales de la experiencia del filósofo que desarrollaría yo en posteriores movimientos con textos de Lo desconhort y de Vida coetáni a. «Y aún os digo que llevo conmigo un Arte general»; la insistencia inagotable para dar a conocer su hallazgo, un sistema con el que demostrar a todo el mundo las verdades de la religión cristiana por encima de cualquier otra religión. Demostrarlo pero con la palabra, con el razonamiento y no con la fe; con la lógica, que es la herramienta primera de la filosofía. Él mismo retaba a los eruditos del Islam a que cada uno defendiera los preceptos de su religión con el uso de explicaciones coherentes, y si él fuera superado por la palabra del otro, se convertiría a aquella religión. Se embarcaba hacia tierra de sarracenos, siempre con sus cuadernos bajo el brazo, para poner en práctica su Arte general con el gozo de servir a Dios y la ilusión de que un día el mundo compartiera una misma creencia y viviera en hermandad universal. Pero su artilugio, que servía tanto para convertir a los infieles como para saber de cualquier otro conocimiento, no llegaba a los que le habían de ayudar en esta empresa, ni tampoco los intelectuales de las otras religiones; «por eso yo me lamento y lloro y tengo ira mortal, pues cualquier hombre quien perdiera tan precioso caudal no podría tener más gozo terrenal».

Así pues, El Ramon Llull de Espurnes d’un somni d’amor de amor sería el místico que se debate entre el temor y la esperanza, entre el miedo y la alegría; y sería el hombre terrenal que pasa de la excitación más alta al estado más profundo de decepción y desesperación por sentirse incomprendido. El filósofo y el filólogo lo encontramos en muchos libros y trabajos, y por supuesto en las aulas de institutos y universidades. En esta composición se hace presente la persona íntima, espiritual, viajero luchador, con la palabra como espada; el esposo que dejó a su mujer, a sus hijos y sus propiedades para dedicarse a aquello en lo que él creía. Él nos diría que hizo espacio para aquello que había encontrado: «La luz de la habitación del amado fue a iluminar la habitación del amigo, para que quitara las tinieblas y la llenara de placeres y de sentimientos y de pensamientos. Y el amigo quitó de la habitación todas las cosas para que cupiera su amado». (Número 96 de Amic i Amat).

El 1316 murió en paraje desconocido, tal vez enmedio de una travesía. En 1311 había dictado a los monjes parisinos de la cartuja de Vauvert nuevas palabras autobiográficas, sumándose a las de Cant de Ramon, surgido once años antes. Los monjes lo escribieron y publicaron con el título de Vida Coetánia. Después, efectivamente, así como temía él, vino el olvido y el desconocimiento. La fe ganó el razonamiento, la espada se puso por delante de la palabra preparando el terreno a las hogueras de la Inquisición, avivadas por la doctrina tomassiana de que todo lo que no coincide con la fe está equivocado. Para Ramon Llull la fe era una cuestión espiritual y no una herramienta de conversión. La razón había sido dada por Dios y era por tanto una vía perfecta para llegar a la certeza de su existencia.

De la otra composición no hablaré mucho para no hacer demasiado largo este escrito. Sólo comentaré que surgió en un tiempo relativamente breve y de un tirón. Aquí la búsqueda de textos y el planteamiento formal no supusieron un trabajo previo ya que decidí que el Cant de Ramon, como hemos dicho libro autobiográfico de Llull, sería en toda su extensión el guión de la obra. Las líneas se las reparten el coro y el barítono solista acompañados, en este caso, por un quinteto de cuerdas. Aprovecho este espacio para agradecer a Llorenç Gelabert ser el impulsor de este proyecto y haber contado conmigo. Hizo un trabajo maravilloso de comprensión de la obra, de montarla con los instrumentistas, cantantes y solistas, y finalmente de dirigirla el día del concierto. También estoy inmensamente agradecido el coro Arte Vocal Ensemble por toda su dedicación y respeto hacia la música. Xavi Frau, con intervenciones breves de introducción, fue un acierto. Me sentí inmensamente afortunado de que el barítono solista fuera Elias Benito-Arranz, por su plena disposición a los ensayos, pero sobre todo por su fabulasa voz, comprometida con dar vida a las palabras de Ramon Llull. Jaume Roca, se prestó a sustituir al que en un principio debía ser el tenor. No tuvo tanto tiempo ni ensayos como todos los demás para poder preparar su parte y aún así lo hizo magnífico, así que mil gracias también a él. Finalmente los instrumentistas: Lluís Segura en la percusión, Xesc crespí en las flautas barrocas, Rafel Caldentey en el clarinete, José Ignacio Pascual en el arpa, Ramon Andreu en el violín primero, Enrique Pastor en el violín segundo, María josé Gómez en la viola primera, Fernando Villegas en la viola segunda, Joana Gual en el violonchelo y Pablo Moreno en el contrabajo. Bravo por todos ellos! Se entregaron plenamente y tocaron fabulosamente. Gracias especialmente a Ramon Andreu por el trabajo comprometido y bien hecho de concertino.

Textos de Espurnes d’un somni d’amor